domingo, 22 de agosto de 2010

Pierde Leon

PERIODICO EL AM

Pierde León y sigue hasta atrás
LUIS ABRAHAM MUÑOZ
NOTA PUBLICADA: 8/22/2010

Despedido con el coro unísono de “¡Borrachos, Borrachos!”, el equipo León atrastró anoche 66 años de historia al perder su cuarto juego de manera consecutiva, lo que originó la renuncia de Sergio Orduña.
Por un doloroso y raro 3-2 ante los Guerreros de Hermosillo, al León no lo componen los remedios de la directiva, la exhibición pública de los pecados de varios de sus elementos y el mismísimo espaldarazo de la noble afición.

El colofón de una semana ajetreada por asuntos extra cancha no pudo ser peor, pues la gente no abandonó a su querido cuadro esmeralda, que entregó junto a su técnico un partido que por lo menos debió empatar.

Encima de Guerreros de Hermosillo en los últimos instantes, el gris conjunto leonés entregó al matadero al meta Juanito Roldán, quien vio cómo Edson Salazar lo dribló para enfilar al arco y anotar de forma dramática el 2-3 con el que terminó el partido. Era el último segundo.

Fue entonces cuando los más de 18 mil espectadores dieron su veredicto, entre lágrimas y la incredulidad de ser testigos del peor arranque de toda la historia del equipo.

El León derramó energía positiva durante los primeros instantes, como si se tratara de una respuesta a la excelente entrada.

Más allá del hecho de que Sergio Orduña cambió a seis respecto de los titulares del desastre en el Jalisco la semana pasada, este equipo con Uscanga, Corona, Ceja y Mateo en el medio campo enseñó cosas interesantes, pequeños recuerdos de aquella maquinaria que hace no muy poco tiempo hacía crecer el sueño del retorno.

Arriba, Jared y Nieves como un binomio que se antojaba desde hace al menos un par de partidos, y sin Santibáñez, Mario Ruiz, Ruvalcaba o Nacho, que cada que tocaban la pelota era un suplicio para la tribuna y sus propios compañeros.

En lo teórico, medirse a Guerreros de Hermosillo que si bien llegaba a este duelo sin ganar, pero con sólo un descalabro y tres empates, sentenciaba lo ríspido para poder llegarles con claridad.

Primero, los Verdes intentaron bombardear la línea de cinco zagueros con centros buscando a Borgetti pero topaban con pared. Luego, con la habilidad de un Ceja impetuoso y con sed de revancha personal, también con el ingrediente del nervio del debutante Rosas y lo explosivo que se espera que sea nuevamente Mateo Fígoli.

Guerreros sólo apostó por lo mejor que sabe, defenderse con sus ‘torres’ en la marcada línea de cinco, esperando proyectar en una sobre los movimientos del ‘Coco’ Giménez.

Para los Verdes, cuando Luis Nieves cazó la brillante diagonal de Caniza, a cuatro minutos del descanso, la esperanza aún era clara. No había nada ni nadie que les pudiera quitar el triunfo que ya saboreaban.

Arriesgan y pierden apuesta

Con la ventaja y la pelota, León no contó con la modificación que en medio campo envió Treviño, al copar espacios con Del Real y Edson Salazar y terminar de opacar cualquier esfuerzo de un desaparecido Corona y un Uscanga muy interminente.

Pese a ello, León tuvo el segundo pero el tanto fue anulado por fuera de juego de Borgetti en el remate de Nieves.

Justo un minuto después, Guerreros empató en una infantil jugada a balón detenido, en el que no alcanzó a salir la zaga y ahí, Martínez tuvo todo el tiempo para definir.

El desconcierto y la poca respuesta desde la banca, terminaron cobrando factura en la voltereta de Guerreros, cuatro minutos después de empatar, desatando un clima de desesperación e incertdidumbre.

Vino Santibáñez por Rosas pero poco solucionó, ya que justo diez minutos más tarde, se presentó el penal con el que Jared se reencontró con el gol, y en parte con los aficionados.

Faltaba entonces un largo periodo de 25 minutos en el que había que apostar al todo por el todo, con Bonells y luego Blas en una calca de lo que sucedió ante Leones Negros.

Agobiando pero sin asfixiar, presionando pero al mismo tiempo dando risa, con el colmillo enfrente de sus propias narices por el cual no se dieron cuenta de que podría venir la jugada con la que perdieron.

El afán por agradar quizá terminó matándolos, pues contra cualquier rival quedarse al mano a mano es de lo más arriesgado. Pero no hay ángel, ni tampoco suerte en este equipo.

Eran los últimos segundos del quinto minuto agregado y el gol no pudo ser más doloroso. El actual León ha pisoteado su propia dignidad. Ahora sí, sólo el abismo es el límite.

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